08 octubre, 2018

LA BATALLA DE PROVIDENCIA



En relación con la comida que tenemos programada para este Jueves 29 de Julio, recibí el telefonagrama de confirmación del Capitán de nuestro tiempo HERNAN VELASQUEZ MULATI.



Hernan Velasquez en la fila de los primeros que esta de pie, es el centro delantero; a su lado izquierdo el profesor de Inglés Juan Moya Montaña


Hernan Velasquez de corbata amarilla con negro.
En aquel tiempo ya era Ingeniero Politécnico y se paseaba por el pasillo del patio Alpatacal rumbo a la Dirección, siempre llevando libros pesados en sus manos.
El Capitan Velazquez ostentaba algunos pergaminos, en que aparte de estar casado con la hija de Carlos Mercado Shuller, aquel gran profesor de fisica que tuvimos en el primer y segundo curso militar, fue el que influyó en muchos de nosotros a optar por la especialidad de Material de Guerra, entre los cuales está HECTOR LACRAMPETTE CALDERON (q.e.p.d.).


En consecuencia se solicita continuar con las confirmaciones para nuestra comida del Jueves, oportunidad en la cual haremos un brindis por aquel 28 de Julio de 1973, en que en un dia de sol como hay  hoy en Santiago, dejamos el uniforme de la Escuela.

Además, recordaremos a los que nos han dejado y también haremos fuerza por la pronta recuperación de los enfermos.



PARTE SANITARIO

EL CAPITAN HUGO ALTAMIRANO:
Se informa que hoy ha sido dado de alta nuestro Comandante de la 6ta. Compañía el Capitan Hugo Altamirano, quien se mostró agradecido de la preocupación del curso al recibir llamados telefónicos de varios amigos, entre los cuales nuevamente se saca un poroto al estar con la nieve hasta el cuello en Lonquimay, Mario Vasquez Lazo, el hombre de verde.

RICARDO KAISER:
Ha tenido una lenta mejoría; se encuentra en su pieza de la clínica alemana, pero con restricción de visitas.
Esperamos que vaya saliendo de su operación a la que fue objeto para que pronto lo tengamos entre nosotros y en buenas condiciones.
De Derecha a Izquierda: Jorge Villagran Calderon, Jose Bahamondes, Ricardo Kaiser y Manuel Orellana


RECONOCIMIENTO A LAS CARICATURAS


jorge castro de la barra <jorgecastrodelabarra@yahoo.com> escribió:

Muy estimado Manuel:
 
El absorbente y delicado trabajo de preparar apariciones diarias de una hora en la pantalla me había impedido enviarte unas letras para sumarme con mucho agrado a quienes con tanta nobleza han reconocido y agradecido el trabajo, la misión a que te abocas, de unir a quienes pasamos por el Alzázar de Apoquindo vistiendo el uniforme de la Escuela.  Como Cadetes, Sub-Alféreces, Alféreces, Oficiales Instructores Sub-Directores, Directores, en fin. Y con un gran espíritu de cuerpo y amistad, sin distinguir entre quienes siguieron la carrera, egresando y continuando como Oficiales, y quienes optamos por derroteros distintos, en la vida civil, pero siempre al servicio de la Patria desde nuestros respectivos trabajos, oficios o profesiones. Gracias, porque también soy de los que "devoran" el contenido de los "correos Mabor". No decaigas nunca, estimado amigo. Tómalo como si estuvieses en combate;  siempre la moral en alto:  "Firme y Digno", como dijo el General romano (Russell Crowe) a sus hombres antes de entrar en combate en la película "Gladiador", ¿recuerdas la famosa arenga de motivación?
Finalmente, quiero -permíteme- felicitar a Jorge Villarroel por sus acertadas caricaturas.  Siempre fui (y soy) un aficionado a la caricatura, al dibujo humorístico.  Incluso alguna vez tomé uno de aquellos cursos llamados "por correspondencia" (hoy "a distancia", en "aula virtual", "e-learning") en famosas escuelas, como Continental Schools,Modern Schools, Escuelas Latinoamericanas. Gracias a Jorge, y ojalá siga deleitándonos a los amantes de este arte con sus  creaciones.  Una buena caricatura siempre deja una sonrisa dibujada en los labios. Aporta buen humor.  Suaviza las asperezas de la cotidianeidad.
Un cordial saludo para ti y miembros de la red,
 
                                                             Jorge Castro de la Barra

Gracias Jorge y en realidad, Jorge nos ha deleitado con muchas de su crónicas siendo la Batalla de Providencia la mas cotizada. Está la transcribimos otra vez.


LA BATALLA DE PROVIDENCIA
 
El 1 de septiembre de 1969, como era habitual, en la Escuela se suspendieron las clases para dar paso a las "preparaciones" para la Gran Parada Militar en el Parque O´Higgins. Ese año, Cat Stevens sonaba en las radios insistentemente con su "Wild World" (..."Oh, baby, bay is a wild wordl..."). Por su parte, el cantante de color ciego Steve Wonder nos creaba una atmósfera mágica y propicia en las fiestas de fin de semana, para abrazarnos a la niña con la que soñábamos durante la semana de encierro en el Alcázar,  bailando derretidos de amor por ella, mientras escuchábamos su "My Cherie Amour".
Ese año, ni soñar con algo como el Apumanque, el Parque Arauco o el Alto Las Condes. El máximo punto de paseo y reunión eran el Coppelia y el Drugstore de Providencia.  A la entrada de este centro, se reunía un montón de hippones melenudos pasados a cannabis, grandotes de cerca de 20 años de edad. El problemas es que los perlas se habían acostumbrado a molestar a los cadetes reclutas adolescentes  -14, 15 años-  que pasaban por ahí, burlándose y, peor aún, botándoles la gorra del uniforme de salida. Ante la superioridad numérica y de edad, los cadetes debían recoger su gorra y alejarse con la humillación de no haber podido hacer algo para defenderse.  Tan habitual se hizo la conducta provocativa y abusiva de los paisas del Drusgtore, que el tema comenzó a ser materia de conversación y debate en casino y fuera de la Escuela.  Había que hacer algo.  No podía ser que los desgreñados pelucones se quedaran con la última palabra e impunes.  No podían seguir humillando públicamente en plena Providencia y a la luz del día a los nuestros.
Un sábado después de salir francos (en ese tiempo se salía el sábado después de las 12.30), y estando concertado al menos un tercio de la Escuela  -cadetes, alféreces y subalféreces-,  se mandó a pasar frente al Drugstore a uno de los cadetes de menor edad. El contingente de la Escuela aguardaba a distancia prudente y procurando no ser visto.  Tal como se esperaba, los pelucones taparon a tallas pesadas y burlas al adolescente uniformado, repitiendo la bajeza de tirarle la gorra al suelo. Fue el momento en quelos "combatientes de la Escuela" se hicieron presente en el lugar, iniciándose una batalla campal: los paisas cobardes y criminales atacaron con rodamientos atados a cadenas y otras armas domésticas, pero suficientes para causar graves lesiones.  En instantes brillaron  en alto las hojas de sables y espadines que comenzaron a infligir un severo castigo a los matones que, sorprendidos, se defendían con la ilusión de derrotar a los nuestros.  Para peor de los paisas, a nuestros camaradas se unió solidariamente un grupo de cadetes de la Escuela de Aviación Capitán Ávalos quienes, al no usar arma alguna como parte de su uniforme, se desprendieron valerosamente del cinturón de género que cruzaba su chaqueta, pero que terminaba en una gruesa hebilla de fierro forrada en plástico, con la cual comenzaron a lanzar golpes a diestra y siniestra. En instantes la batahola era total en el sector de Providencia.  Comenzó a llegar la televisión y los diarios (incluyendo al "Clarín").  Era aproximadamente la una de la tarde.  Enterados de la situación, y en un jeep de la Escuela, se dirigieron de inmediato a toda velocidad al lugar el Señor Director,  el "choco" Coronel Alberto Labbé Troncoso (Q.E.P.D.), acompañado del Señor Sub-Director, Tte. Coronel Carlos Ossandón (Q.E.P.D.).  El Coronel Labbé tenía mucho liderazgo en la juventud en general, por lo que pronto pudo controlar a ambos bandos, persuadiéndolos a una tregua inmediata. No se sabe a ciencia cierta por qué pasó, pero, al llegar un contingente de Carabineros, el combate entre paisas y cadetes se reinició, debiendo intervenir el Coronel Labbé enérgicamente para dar por terminada la batalla, logrando que nuestros camaradas se dispersaran. 
Ese sábado fue memorable:  los diarios festinaron con la bravura de los nuestros.  Los paisas quedaron como chaleco de mono (además de contusos, magullados, heridos y uno que otro fracturado). Las cadenas y rodamientos con que cobardemente pretendían herir a los nuestros de poco les sirvieron. Nunca, nunca más alguno de ellos se atrevió ni siquiera a hablar a los cadetes de primer año y poca edad que desde ese día pasaban ufanos frente al Drugstore, de uniforme y con el orgullo de haber ganado la única batalla urbana en que ha participado la Escuela en su historia:  "La Batalla de Providencia".  Además, alféreces, subalféreces y cadetes hicieron honor a la consigna grabada a fuego:  "No desenvainar sin razón, ni envainar sin honor".
 
(En honor de quienes valerosamente combatieron aquel día)
 
 
                                     Ex Cadete Jorge Castro de la Barra (1969)
                                        Primera Compañía de la Cofradía

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